sábado, 24 de marzo de 2012

Capítulo 3 Amén


[POV Cris]
A decir verdad, mucha hambre no tenía, pero por no hacer el feo me decanté únicamente por unas patatas fritas y un refresco, al igual que Nat.
Liam fue el encargado de esperar la cola y de pedir la comida, así que nosotros nos sentamos a esperarle en la mesa que Nat había elegido.
Ella y yo nos sentamos juntas en el sitio donde apenas el sol incidía en la mesa mientras que ellos se sentaban en frente de nosotras, a resguardo de cualquier peligro que para ellos suponía el sol. Como delante nuestra no había sitio para todos, Zayn se sentó al lado de Nat y Louis acercó su silla a la mía, dejando para su amigo Liam, cuando este se dignara a volver, un sitio libre de rayos solares. El gesto me conmovió.
Crucé los brazos sobre el pecho y me acurruqué al lado de mi hermana. Hace unas horas estaba en el entierro del abuelo y ahora estaba en un restaurante de comida rápida con vampiros. ¡La vida te da sorpresas, oh, sí!
Los chicos se pusieron a hablar entre ellos y yo quise preguntarle a Nat qué demonios hacíamos aquí con esta gente, que por muy amables que parecieran podrían despedazarnos en cuestión de segundos si querían o algo peor. No quería ni pensarlo.
-Eh, Nat…-le susurré.-¿Qué hacemos aquí?
-Chsst-me dijo ella-Recuerda que pueden oírnos.
Ah, se me había olvidado que tenían un oído muy superior al nuestro. No podríamos hablar seguras hasta no estar en casa, si es que llegábamos con vida.
Ambas intercambiamos una mirada y yo asentí, diciéndola que la había entendido.
Sentí entonces unos ojos que me taladraban y busqué quién me miraba así. Al encontrarse mis ojos con los de Harry, que me miraba fijamente y con una expresión que no supe descifrar, un escalofrío involuntario me recorrió entera. Algo ahí no iba bien.
Niall se dio cuenta del contacto visual que Harry y yo manteníamos y le dio un codazo a este último.
-Eh, es posible que Liam necesite ayuda con las bandejas.
Entonces, Harry dejó de mirarme y yo suspiré, como si me hubieran quitado un enorme peso de encima.
-¿Y qué? Ve tú o que vayan alguno de los otros dos-dijo, apuntando con la barbilla a sus amigos.
-No, ve tú.
Los dos se miraron un momento a los ojos y después Harry se levantó.
-Vale, ya voy yo.-dijo secamente.
Me alegré interiormente de que ya no se encontrara en la mesa, ya que había algo en él que no me gustaba. Y no eran precisamente los rizos.
-Bueno-dijo Louis, poniendo las manos en la mesa-¿Y qué nos contáis?
Nat y yo nos miramos, confundidas. ¿Acaso esperaba que le rebeláramos a una horda de vampiros algún dato relevante de nuestra vida? No, gracias.
-¿Y qué nos cuentas tú?-le respondió Nat, que había llegado a la misma conclusión que yo y contraatacó con la única manera inteligente posible, otra pregunta.
Louis miró a Zayn y a Niall y sonrió.
-Oh, vamos-dijo Zayn, con una nota de fastidio en la voz-No pensaréis que queremos haceros daño.
-No sabría yo qué decirte-dijo Nat, mirando a Niall.
-Eh, ya te dije antes que lo sentía y que no quise hacerlo. Me descontrolé, ¿vale?
-Oh, claro, pobre neófito descontrolado.-dijo sarcásticamente.
Yo miré a Louis y a Zayn en busca de ayuda, porque me veía otra pelea como la que había ocurrido en casa del abuelo, y en ella, casi acabo sin hermana.
-Eh…-dije yo-Pues nos gusta la música, los días soleados, molestar a nuestro hermano y, sobre todo, los vampiros.
Los tres chicos se echaron a reír. Bueno, al menos había conseguido mi propósito, que era relajar el ambiente y evitar que mi hermana acabara con otro agujero en la cabeza cuya procedencia luego no podría explicar a nuestros padres.
-Así que…Os gustan los vampiros, ¿no?-preguntó Zayn.
-Sí-respondí, mirando hacia el suelo.
-Normal, siendo nietas de quien sois…
-¿Qué quieres decir con eso, Niall?-le preguntó Nat.-¿De qué conocías al abuelo?
Este sonrió, se encogió de hombros y se recostó en la silla.
-Era vuestro abuelo, vosotras sabréis.
-Oye mira Niall, yo no sé si eres tonto o…
-Tss, Nat, relájate-la dije.
No quería que terminara herida otra vez.
Por una vez, me alegré de ver a Harry, que traía, ayudando a Liam, una bandeja.
-¡Comida!-dijo Louis, lanzándose a quitarle la bandeja a Harry, quién le bufó.
-Tú bufa lo que quieras, minino, pero yo tengo hambre-dijo, quitándole la bandeja y sentándose de nuevo-Toma-dijo, dándome la parte que me correspondía-Esto es tuyo.
-Gracias.
Cuando empezamos a comer, fue raro.
Liam, Niall y Harry nos miraban fijamente a los cuatro, con los brazos cruzados y sin mediar palabra.
Niall miraba con pena cada patata que nos llevábamos a la boca y deduje que, en el pasado, cuando podía comer, había sido un pozo sin fondo. ¿Lo seguiría siendo ahora, que su dieta había cambiado?
Harry, por su parte, me miraba fijamente. Su mirada me cohibía y no sabía dónde meterme, así que miraba las patatas que me comía, sintiéndome como una de ellas, sin saber muy bien por qué.
Finalmente, la curiosidad me pudo y pregunté.
-¿Cuánto tiempo lleváis siendo… lo que sois?
Todos me miraron e, incluso Nat y Zayn, que había comenzado una conversación, se giraron para mirarme.
-Tiempo-dijo Harry, después de unos segundos en silencio.
-¿Puedes ser más explícito?-le pedí, con voz insegura.
-Puedo.
Y ahí se quedó la cosa.
Decidí intentarlo con otra pregunta.
-Y…¿por qué vosotros sí… y ellos no?-dije, mirando a Louis y Zayn.
-¿Y cómo estás tan preguntona?-me preguntó Niall.
-Eh, ya vale Niall.-le dijo Liam, reprochándole-Es normal que quieran saber.
-Contra menos sepan, mejor será para ellas.
Fruncí el ceño.
No me gustaba que eligieran lo que era bueno para mí o lo que no lo era.
-Aquí estamos perdiendo el tiempo, Cris-dijo Nat-Vámonos.
-Sí.
E hicimos ademán de levantarnos.
Rápidos ellos se levantaron también y nos intentaron hacer sentar de nuevo.
-Eh, no venga, Niall estaba de broma.
-Sí, os contaremos lo que sepamos y esté dentro de nuestras posibilidades.
-¿De verdad?-preguntamos las dos, sin creérnoslo mucho.
-Claro, pero no os vayáis.
Aprovechando el ruido de las sillas al desplazarse para sentarnos, Nat y yo intercambiamos unas rápidas palabras.
-Podría ser una trampa.
-Lo sé-le dije.
Nos sentamos todos y volvimos a un estado de calma muy parecido al de antes cuando estábamos comiendo.
Nat y yo les miramos fijamente, ahora era nuestro turno.
-Hablad.-les ordenamos.
Ellos miraron a su alrededor.
-Como supongo que comprenderéis, este no es el lugar para ponernos a hablar de… eso.-dijo Niall.
-¿Y entonces dónde?-le preguntó Nat.
-A la cueva no podemos volver-dijo Zayn, dejando de mirarnos y volviéndose hacia sus amigos-Con lo que llovido hoy, estará toda inundada.
-Y además, se me clavaron las estalagmitas en la espalda, ¡qué dolor!-dijo Louis.
Nat y yo nos miramos.
-¿Qué han estado en una cueva?-pregunté.
-Eso parece.
-¡Pues ya me dirás adónde vamos entonces!-dijo Harry-Ese sitio era perfecto.
-¿En el bosque, quizás?-sugirió Liam.
-No-declinó Niall-A poco que nos busque ahí, nos encontrará.
-Tienes razón. El bosque queda descartado.-dijo Zayn.
-¿Alguien los está buscando?-me susurró Nat.
Ambas escuchábamos muy interesadas la conversación de los chicos.
-Parece que sí, pero… ¿quién y para qué?-la respondí.
Nos encogimos las dos de hombros.
-Y entonces… ¿dónde?-preguntó Louis.
-¿Y si les decimos que se queden en casa del abuelo?-sugerí.
Nat se lo pensó.
-Sí, así al menos, podríamos saber dónde están y, si queremos, podemos encerrarlos, en el peor de los casos.
Asentí.
-Piensas igual que yo, hermanita. ¿Se lo dices tú o yo?
Yo sabía que ella no se cortaba un pelo, al contrario que yo.
-Venga, yo.-dijo-Eh, chicos-Ellos dejaron de discutir la sugerencia de Zayn de irse al Polo Norte y la prestaron atención-Hemos escuchado que estáis buscando un sitio donde quedaros, bueno, pues si queréis, podéis instalaros en la casa del abuelo.
Se quedaron mirando unos minutos a Nat sin decir nada, me miraron a mí que asentí y después se pusieron a hablar entre ellos.
-Podría servir…Y no tenemos un lugar mejor.
-Y así podríamos buscarlo.
-No me parece mal.
-¡Y no tiene estalagmitas que se me claven en la espalda!
Después de una larga deliberación de tres minutos, Niall nos dio su veredicto.
-Aceptamos su oferta. Sois muy amables, después de todo lo que ha pasado…Bueno… ya me entendéis.
Nosotras nos encogimos de hombros.
-Después de todo, nos debéis unas respuestas-dije.
-Sí, a ver si os pensabais que os ibais a librar.
Esperamos en el restaurante hasta que el sol se ocultó y volvimos a casa del abuelo. Nos llevó un rato bastante largo volver a la casa, en parte porque como antes había dicho estaba alejada de la civilización en la linde del bosque y porque con los tacones retrasaba al grupo.
-¡Más rápido!-me apremiaban.
-¡No puedo!-me quejaba, verdaderamente frustrada por no poder ir a su ritmo.-¡Ir vosotros y ya llegaré yo un día de estos!
Louis retrocedió y se puso a mi altura.
-Quítate los zapatos.
-¿Y voy descalza o qué?-protesté.
-No, yo te llevaré.
-¿Qué? ¿No sería mejor que…me llevaran ellos?-dije, señalando a los tres vampiros que tenía por amigos.
Después de todo, aunque Louis estaba fuerte, ellos lo eran bastante más.
Louis rió.
-Si hombre y que se lleven ellos la gloria. Uno ya se cansa de que ellos hagan todo. Vamos-dijo, dándome la espalda-Sube.
Obediente de mí, me quité los zapatos y los metí como buenamente pude en el bolso, di gracias por haberlo cogido al final.
-¿Estás seguro de esto? ¿No te dolía la espalda por no sé que de unas estalagmitas?
Louis rió.
-Sí, venga. Sin problemas.
Haciéndole caso, me subí a su espalda, le agarré la cintura con las piernas y le pasé los brazos por el cuello.
-Pues allá vamos-dijo.
Llegó hasta donde estaban los demás.
-Venga, ya podemos continuar.
Una vez que solucionamos mi problema, fuimos bastante más rápido. Vaya, yo no sabía que era tan lenta.
Notaba los ojos de Harry posados en mí, pero yo iba hablando con Nat y le ignoraba.
Cuando llegamos a la casa del abuelo, Nat abrió la puerta que misteriosamente nos habíamos olvidado de cerrar cuando salimos pitando en la ambulancia y entramos.
Louis me dejó caer en el sillón.
-Gracias por llevarme.-le dije, aunque sabía que no lo había hecho por mí, sino por el retraso que yo suponía para sus amigos.
-No tiene importancia-dijo, sonriendo.
-¡Bueno!-dijo Niall, dando una palmada y mirando a su alrededor-Pues parece que este va a ser nuestro nuevo hogar. Al menos, durante unos días.
-¿Por qué?-le preguntó Nat.
Su tono de voz volvía a ser el de siempre, así que supuse que, por el momento, no habría más peleas.
Los chicos se miraron.
-Mirad…Queremos contaros cosas, de verdad-dijo Liam-Pero Niall antes tenía razón. Hay cosas que, contra menos sepáis, mejor para vosotras. Es por vuestro propio bien.
-Pero…
-Bueno, puede que ahora no se lo contemos…pero, ¿y dentro de un tiempo? A lo mejor, cuando él se canse… Ya no corramos peligro-dijo Louis.
Ellos lo pensaron.
-A mí me parece bien-dijo Harry.
Nat y yo nos miramos.
Desde luego, enterarse dentro de un tiempo era mejor que no enterarse nunca.
-Vale, está bien.
-Sí.
Nos quedamos hasta que los chicos se familiarizaron con la casa. Bueno, especialmente Louis y Zayn, a los cuales les enseñamos dónde estaba el baño y las habitaciones. Les recomendamos la que usábamos Nat y yo cuando éramos crías y nos quedábamos con el abuelo cuando nuestros padres se ausentaban por largos períodos de tiempo. La habitación tenía dos camas bajas y millones de dibujos nuestros de “vampiros”, pegados a las paredes.
-Creo que esta os servirá a vosotros dos-dije-Como los demás no necesitan…
-Sí, ya te entiendo-dijo Louis.
Nos despedimos pues, en la puerta.
Les pedimos que cuidaran de la casa y no hicieran el cabra en ella.
Nos prometieron que serían buenos.
-¿No queréis que os acompañemos a casa?-sugirió Zayn.
-Eso, ¿no necesitas que te lleve de nuevo?-me preguntó Louis.
-Oh, no. No os preocupéis, de verdad.-dije yo.
-Hemos hecho este camino millones de veces, tanto por la mañana como por la noche-dijo Nat-Ya es como uno de los pasillos de nuestra casa.
-Bien, entonces.
Nos despedimos de ellos y Nat y yo nos fuimos.
Camino a casa, fuimos comentando lo raro que había sido el día.
-Se los cuentas a los demás y no se lo creen-dije, refiriéndome a nuestros amigos.
-No me lo creo ni yo y eso que lo he vivido.
-Sí…¿Qué tal tu cabeza?
-Bien, ¿y tú esternón?
-Bueno… Mejor, aunque aún me duele un poco al respirar. Quizá se me quede dolorido un par de días.
-Hum.
Al llegar a casa, ya teníamos una perfecta coartada.
-¿Y cómo decís que se hizo eso Nat en la cabeza?
-Ya te lo hemos dicho, papá. Estábamos andando por el bosque, tropecé con una raíz que sobresalía del suelo y, al caer, me di en la cabeza con una piedra. Fue un accidente.-le dijo esta.
-Y, después de eso, os vais a comer por ahí.
-Sí, necesitábamos tiempo para nosotras.
Papá se encogió de hombros.
-Está bien.
Subimos a nuestro cuarto y, al pasar por la puerta del cuarto de Drew, la puerta se abrió y apareció Drew por ella.
-¡Eh! Ya os daba por perdidas.
-Pues ya ves que no.
-Mala suerte-le dije yo.
-Pues sí…¡Eh! Oleís…Raro.
-¿Cómo de raro?
-Como a… No sé, raro. No oléis como siempre. ¿Dónde habéis estado?
-Pues en el mismo sitio que tú, Drew. De ahí, no podemos salir oliendo bien.
-Ah, sí. Puede ser-dijo Drew, dándome la razón.
Después, se cerró la puerta.
Entramos en nuestra habitación y me dejé caer sobre la cama.
-Uff. Que día, el nuestro-dije.
-Ya ves.
Una vez que nos hubimos puesto los pijamas, nos pusimos a hablar en la cama.
-Bueno…¿qué opinas sobre ellos?-le pregunté a mi hermana.
-Quitando al rubio… Al cual, no quiero volver a ver en mi vida, los demás parecen… No sé.
-¿Qué? ¿Por qué?
Ella se encogió de hombros y se señaló la cabeza.
-¿Te parece esto razón suficiente?
-Bueno, sí, pero… Se descontroló. Es un neófito. Por eso pregunté cuánto tiempo llevan transformados, pero no lo dijeron.
-Ahí está, si se descontroló hoy, ¿por qué no mañana? ¿Y si mañana me mata de verdad?
-No dejaremos que eso ocurra.
Ello cerró los ojos y negó con la cabeza.
-Bueno, da igual, ¿y tú? ¿Qué opinas de ellos?
-Bueno, yo… Niall ni me va ni me viene, Liam es majo a su manera, al igual que Zayn y Louis me cae bastante bien.
-Eso es porque te ha llevado a caballito, ¿eh, eh?-dijo ella, sonriéndome y dándome con el codo.
Yo reí.
-Ay, para, haha… Pero Harry… No sé, tiene algo que no me gusta.
-A mí tampoco. Cuando entramos por primera vez en casa del abuelo, te miró como si… Si fueras comida.
-Bueno, a sus ojos, soy comida, ¿no? Y no paró de mirarse así durante todo el rato que estuvimos en el restaurante. Incluso cuando Louis me llevaba, sentí su mirada clavada en mí.
Ambas intercambiamos una mirada.
-¿No pensarás…?-comenzó ella.
-¿…qué quiere comerme?-terminé yo.
-Vale, tenemos suficientes razones para no querer acercarnos nunca más a esos tipos. Un bestia y un glotón.
-Pero, ¿qué pasa con Louis y Zayn? Ellos no quieren agredirnos ni comernos. Si estamos con ellos, quizá los dos se controlen. Y además, tenemos a Liam. Si las cosas se ponen feas, creo que a él no le gustaría que saliéramos heridas…¿No?
-No sé, Cris.-Nat se llevó una mano a la cabeza-Ah, me va a estallar. Demasiadas cosas hoy. Durmamos y mañana veremos qué hacemos.
-Vale, está bien.
A la mañana siguiente, decidimos que volveríamos a verlos. En parte para llevarle algo de desayuno a Zayn y a Louis y en parte porque aún teníamos preguntas sin respuesta.
Mientras yo distraía a mamá, Nat aprovechó para meter algo de comer en una mochila y después nos inventamos la excusa de que nos íbamos a dar una vuelta por el bosque. Nadie sospechó de nosotras, ya que era algo que solíamos hacer con bastante frecuencia. Aunque después comíamos en casa del abuelo, hoy no podríamos hacer eso, pero nos dirigimos hacia allí de todas maneras.
Al salir a la calle, me di cuenta de que era un día bastante soleado.
Oh,oh. Sabía de tres personas que hoy no podrían salir a la calle.
Tocamos a la puerta para que no se sobresaltaran al oírnos entrar de repente, aunque seguramente ya supieran que estábamos allí porque veníamos hablando y nos habrían oído.
-¡Somos nosotras!-exclamamos, al entrar.
-¡Hola!-dijo Zayn, apareciendo por ahí.-¿Cómo vosotras por aquí?
Por toda respuesta, Nat le pasó la mochila y él la abrió.
-Traemos provisiones-dijo.
-¡Oh, muchas gracias! Vamos, pero no os quedéis aquí, pasar.
Pasamos al salón, donde estaban Niall y Liam, tumbados cada uno en un sillón, mirando la tele del abuelo y en una esquina, al lado de una ventana con la persiana bajada, Harry.
-Buenos días-dijimos, a modo de saludo.
-¡Hola!
-¡Eh, Louis! ¡Mira lo que nos han traído!-dijo Zayn, que fue en busca de Louis.
Momentos después escuchamos una exclamación, seguida de un grito ahogado y los dos aparecieron abrazando la mochila.
-¡Muchas gracias!
-Ya ves tú-dije yo, moviendo una mano, quitándole importancia.
Mientras Louis y Zayn desayunaban en la cocina, Nat y yo nos sentamos en el sillón que había estado ocupando Liam pero que nos dejó y este se tiró encima de Niall.
Harry no se movió de su esquinita.
Nos cansamos del silencio, roto únicamente por la tele del abuelo.
-Bueno, ¿qué os pasa?-preguntó Nat.
-No podemos salir.-le dijo Liam.
-¿Y?
-Tenemos hambre.
-Oh, vaya.
-Y… ¿qué tal lo lleváis?-pregunté.
-Como podemos-me respondió Niall.
-Queréis…¿queréis que nos vayamos?
Liam y Niall se miraron y se echaron a reír.
-Oh, no, claro que no.
-No vamos a haceros nada.
-No sería la primera vez que no comemos en un día.
-Sí, resistiremos. Como podamos.
Louis y Zayn hicieron entonces una aparición.
-Ahí dentro hay comida para un regimiento.-observó uno de los dos.
-¡Ah! Parte de esa comida es para vosotros y otro parte es para comer. Nos olvidamos de decir que nos quedamos a comer.-dijo Nat.
-¡Ah, fantástico!-dijo Louis, dando una palmada-Echaba de menos alguna relación social que no incluyera a alguna de estas cuatro personas.
Conforme avanzaba la mañana y, con ella, la tarde, los tres vampiros se ponían más nerviosos. Liam era el que mejor lo llevaba, pero Niall avanzaba de un lado para otro de la casa, bufando a todo lo que se le acercaba y Harry me miraba más fijamente que nunca.
Nat se dio cuenta de esto último y sugirió que quizá debiéramos irnos.
-No porque temamos por nosotras, si no porque hagan algo de lo que luego se arrepientan.-dijo.
A Zayn y a Louis les pareció bien y resolvimos que nos veríamos a la mañana siguiente y les traeríamos algo más de desayunar.
-Es que me han gustado esas magdalenas-dijo Louis, encogiéndose de hombros.
Nos levantamos del sillón para irnos cuando tanto Liam como Niall y Harry bufaron y se pusieron en posición de ataque. Sabía que era esa posición porque era igual a la de las ilustraciones de varios libros que había leído y porque era exactamente igual a la que el abuelo describía.
-Pero, ¿qué…?-dije.
Entonces, la puerta se abrió.
Pero, ¿cómo podía ser? ¿Quién más tenía la llave?
Se me cayó el alma a los pies cuando vi aparecer al cura.
-¿Qué?-dijo este, con voz de sorpresa.
En ese momento, oí el gruñido más terrorífico que había oído en la vida y se me pusieron todos los pelos de punta.
Parpadeé y Harry, Niall y Liam se tiraron sobre el cura.
-¡No!-exclamamos Nat y yo, haciéndonos una idea de lo que podía pasar.
Hicimos ademán de avanzar hacia ellos y detenerlos antes de que le hicieran daño, pero tanto Zayn como Louis nos sujetaron.
-No miréis-nos aconsejaron.
Pero, ¿cómo no mirar cuándo oía esos gritos y esos golpes? Me libré de la mano de Louis que me tapaba los ojos y eché un vistazo.
El cura había sacado un crucifijo, que extendía ante los tres. Rebuscó en su bata y sacó una botellita llena de, lo que supuse sería agua bendita y la abrió con los dientes.
-In nomine pater!-exclamó en latín, mientras echaba un chorro de esa agua hacia Niall, que lo esquivó y le propinó al cura un golpe en el brazo, haciendo que se le cayera la cruz.
Este, sin mostrarse asustado, recogió del suelo la estaca que antes Nat había tenido sujeta, pero Harry se lanzó contra él y ambos rodaron por el suelo. El cura gritó y pataleó y Niall y Liam se tiraron también sobre él. Al rato, dejó de patalear y, finalmente, de chillar. No volvió a levantarse del suelo.
La batalla había acabado y el cura había perdido.
Al sentir que aquello había finalizado, Louis y Zayn aflojaron un poco el agarre al que nos tenían sometidas, pero no terminaron de soltarnos.
Yo aún tenía aferrada la mano de Louis que me había quitado de los ojos y, de la presión que le estaba ejerciendo, se le estaba poniendo blanca.
Entonces, los tres chicos se levantaron del cuerpo sin vida del cura.
Nadie hacía ningún sonido.
Miré hacia el cura y ahogué un grito al verlo, totalmente cubierto de sangre.
Al escucharme, los tres chicos se dieron la vuelta y se nos quedaron mirando a Nat y a mí fijamente. De nosotras, pasaron a Louis y a Zayn.
Harry ladeó la cabeza y entonces se relamió.
Entonces le vi los colmillos.
Grandes, largos, puntiagudos, afilados y ahora, manchados de la sangre del cura.
Y los tres avanzaron un paso.
Louis me puso tras su espalda, igual que Zayn hizo con mi hermana.
-Eh, eh. Chicos, somos nosotros.-dijo Louis, intentando que los tres entraran en razón.
-Eh, vamos. Somos nosotros, chicos.
Nat y yo gritamos a la vez cuando vimos que tanto Niall como Harry se abalanzaban contra Louis y Zayn y al ver que Liam se dirigía de un salto hacia nosotras.
Era el fin.
Amén.

¡Bueno, querid@s lectores de esta vampírica novela! Os habla @Cris_Jbieber, quien ha escrito este capítulo. Espero, de todo corazón que os guste y siento la tardanza en subir. El próximo capítulo vendrá de la mano de Nat. Besitos a todos.

lunes, 19 de marzo de 2012

Capítulo 2. Que el destino nos pille confesados.



Parpadeé rápidamente y al abrir los ojos ya estaban a escasos metros de nosotras sin parecer cansados ni agitados, una de las tres personas miraba a Cris con la cabeza torcida y como si fuese comestible.
-Eh, rizitos, aléjate de ella.-dije acompañándolo de un empujón que no hizo que se desplazase ni un milímetro pese a que utilizase bastante fuerza.
Todos se rieron, lo que me enfadó bastante ¿Qué se habían creído? Al fin y al cabo eran ellos los que sobraban allí.
El rubio abrió la boca para hablar pero cogí de la mano a Cris y me adentré en el salón del abuelo y me dejé caer en el sofá de cuero negro, en el que si en verano te descuidabas quedabas pegado, con aires de superioridad. Los chicos se miraron entre ellos y se dirigieron a los sillones que se encontraban en frente nuestra.
Pasaron unos 2 minutos hasta que de nuevo, el rubio intento hablar sin que lo cortase.
-¿Quiénes sois?
Le miré con cara de mal gusto debido a que eran ellos los que deberían decirnos quién eran.
-Pues mira, yo soy Cr...-le corté dándole un codazo.
-Creo que deberías decirnos quién eres tú ¿no crees? esta casa pertenecía a nuestro abuelo y que yo sepa no eres ni de la familia ni conocido.
-¿Con que eres la nieta de ese viejo loco, eh?- Asimilo muy astuto el restante, que hasta el momento se había quedado apartado.
Me di cuenta de lo que había dicho y me llevé una mano a la frente en señal de que no debería haber contado que el dueño... quiero decir, el ex-dueño de esta casa era nuestro abuelo, pero cambié en un segundo la expresión al ver que todos me miraban para ver lo que decía al respecto.
-Muy ágil, bonito.-Añadió Cris, lo cuál me sorprendió bastante.
El que parecía haberse pasado toda la noche con los rulos puestos en la cabeza empezó a merodear por la sala buscando algo, algo que yo desconocía y Cris parecía que también por la expresión que se dibujaba en su cara. Me levanté yo también porque no soportaba ver a un desconocido toqueteando las cosas de mi abuelo, en ese momento sonó el móvil de éste.
-¿Sí? Ah, hola tío. Claro. No, nada. Sí, supongo. Vale, venga, adiós.
-¿Qué ocurre?-preguntó el chico reservado.
-Liam, nos tenemos que ir, que se quede aquí Niall para averiguar algo y cuidar a estas dos.
-¿Cuidarnos? Ya somos mayorcitas- Dijo Cris alzando la voz.
Los tres le miraron de arriba abajo y dejaron escapar una carcajada pero hicieron un gesto quitándole importancia y siguieron hablando entre ellos, al poco tiempo se oyó un portazo y apareció por la puerta el chico rubio poniendo los ojos en blanco.
-¿Y vuestro abuelo era un buen tipo?-Dijo, rompiendo el hielo.
-¿Y quién eres tú para hablar sobre mi abuelo?- Dije yo, intentando imitarle.
-¡Oh! Yo Niall.
Cris, encantada de hacer un nuevo amigo le estrechó la mano diciéndole también su nombre, yo puse un gesto poco amigable y opté por no decirle mi nombre, no quería que supiese ni mis iniciales.
-¿Tú no me vas a decir tu nombre?
-¿A ti? No me hagas reír.
Se puso en pié y empezó a mirar los objetos minuciosamente colocados de mi abuelo, eso me enfadó bastante e hizo que apretase las manos aguantando no gritarle o agredirle, yo me puse de pié también para quitarle de las manos unas pequeñas canicas de oro y plata, según el abuelo eran los tesoros de diferentes tribus de Kawashees, unas criaturas muy parecidas a los elfos pero que se enfadan con facilidad, por eso a mí me solía llamar de esa manera cuándo era más pequeña.
Cada cosa que cogía el tal Niall yo se lo quitaba y lo volvía a colocar tal y como estaba cada vez con peor cara. En ese momento agarró un pequeño colmillo que guardaba en una urna de cristal, el viejo decía que era del antiguo Drácula, uno de los pocos vampiros que existieron y el primero, eso hizo que algo parecido a una llamarada me recorriese desde la uña del pie gordo del pie hasta el último pelo.
-¡Pero tú…!¿Qué te has creído?
-Me he creído mejor que tú.
-Esto ya es lo que me faltaba, vamos.
Cris se percató de que esto podía ir a peor e intentó separarnos y tranquilizarnos sin éxito, Niall le empujó con una mano al sofá dándole en el esternón, a Cris parecía dolerle.
-Puedes sacar tu culo de esta casa o te echo yo a patadas.
-Atrévete, preciosa.
-No me pongas a prueba y como me vuelvas a llamar así corres peligro.
-Venga, tú tan sólo inténtalo, pre-ci-o-sa.
Me hizo gruñir, porque ambos sabíamos de sobra que no podría moverlo ni dos centímetros sin cansarme si él no quería irse.
-Eres un ser despreciable.
Me evadí un segundo por eso que había dicho, y me acordé de que esas palabras las había dicho antes el abuelo para referirse a los vampiros, miré las ventanas y las puertas, los ajos que estaban allí puestos parecían haberse evaporado y por primera vez desde que entré tuve miedo, se me pasó por la cabeza que quizá fuesen vampiros, que quizá esta sería la última vez que entrase en casa del abuelo y en cualquier sitio porque moriría, a penas escuché la contestación que me dio Niall, le miré a los ojos intentando ver algo más allá. Nada. Es todo lo que tenía que esperar de alguien o, algo, sin sentimientos, hueco por dentro, a quien sólo le importaba si estabas relleno de sangre A positivo o AB negativo, miré a Cris que parecía que también creía como yo, hablamos con la mirada y me lancé a Niall intentando clavarle un madero de al lado del sillón de cuero negro pero antes de que pudiera acercarme a éste, algo con una fuerza sobrenatural me lanzó contra la pared de la otra sala, le miré a los ojos y cambiaron de azul a rojo en un instante, jamás había visto nada parecido y el pánico se apoderó de mí, aterricé en el suelo y perdí el sentido del oído, podía ver cómo Cris le gritaba (O eso me parecía) a Niall y cómo corría hacia mí, miró a la pared y se asustó, me cogió la cabeza y perdí la vista también y con la vista la consciencia.


[POV Cris]
Miré la pared en la que Nat había chocado con fuerza y había dejado un rastro de sangre, miré a Niall que también observaba la pared.
-¡Fuera!¡Aléjate!
-Yo…no quería…verás…
-¡Vete!
Le gritaba con furia y con lágrimas en los ojos, si mi hermana no se volvía a despertar perseguiría a ese chico hasta el fin de mis propios días.
-Iré fuera y llamaré a una ambulancia pero tranquilízate.
-¿Por qué sigues aquí aún?¡Llama a esa maldita ambulancia!
Salió de casa y seguí balbuceando mientras sujetaba a mi hermana entra brazos, le sujeté la cabeza y me manché de sangre, la senté como pude y vi la brecha que tenía, le separé el pelo para verla mejor y me eché las manos a la cara manchándome de sangre, me desesperaba cada vez más y apoyé a Nat en el suelo corriendo hasta el botiquín, cómo pude le puse una venda alrededor de la cabeza secándome las lágrimas con el antebrazo, me negaba a perder en una misma semana a mi abuelo y a mi hermana. Cuándo terminé de vendarle la volví a sentar sobre mi regazo, quizá tanto movimiento no era bueno para su herida pero no se me ocurría qué más hacer, la miraba y miraba al reloj, me desesperé y empecé a gritarle para intentar que me oyese.
-¡Despiértate!¡Oh, venga!¡Eres una Mellark, no te rindas tan rápido!¡Nat!
Empecé a oír la ambulancia que se acercaba y temí, temí porque dijeran “No, esta chica está muerta” y que ni se molestaran en subirla a una camilla. Le grité más fuerte.
-¡Natalia Mellark, o te despiertas o te ahogo en lágrimas!¡Por favor!
Entraron los médicos, con una camilla negra y la montaron, fui tras ellos sin obstruirles el paso y la subieron en la ambulancia, miré a Niall que parecía preocupado aunque no sabía si por la que le podía caer si sus amigos se enteraban de que había atacado sólo a una presa o por la sangre de mi cara, le preguntaron algo y se subió conmigo y con Nat a la ambulancia.
Sabía que el hospital estaba lejos porque vivíamos a las afueras pero los segundos se me hacían horas y no dejaba de apretar la mano de Nat.
-Si le sigues apretando le dejarás sin pulso.
-Ya, pero si le suelto puedo dejarte sin pulso a ti.
Rió a carcajadas y se percató de que no hubiera nadie en la cabina.
-De hecho, no me puedes dejar sin pulso, lo perdí hace tiempo.
-Ya lo dijo, ya lo tuvo que decir.
A decir verdad me gustaba estar con él, pese a que había mediomatado a mi hermana me sentía bien con él, todo lo bien que puedes estar al lado de un vampiro.
Niall llamó por teléfono y pude leer en la pantalla “Harry” así que deduje que el rizitos se llamaba así, me acordé de Dan, el mejor amigo de Nat, el que siempre decía que jamás comprendería que la gente llamase Harry a un hijo porque según él, era nombre de Donut.
El pequeño Dan Smith, él mismo que tenía más tinta en el cuerpo que en sus cuadernos de canciones.
-¿Qué pensaría Dan si te viese aquí, pequeña?-pregunté al aire, esperando una respuesta.
-Sea quién sea ese Dan pensaría que está horrible con todos esos cables encima.- dijo Niall, que ya había colgado.
-Oh, disculpa que no me ría pero prefiero no reírme a pegarte.
-Acabarás como tu hermanita.
Eso me hizo recapacitar, recordar el porqué estaba hablando con este chico y qué era.
Llegamos al hospital y dejaron a Nat en una sala llena de suero y le atendieron la brecha de la cabeza, me agradecieron lo de la venda porque de lo contrario habría perdido mucho más sangre, en ese momento me tranquilicé y me di cuenta de que me dolía al respirar, se lo dije al doctor y que me había dado un golpe en el esternón (golpe que en realidad, me había dado Niall) y antes de que me pudiese preguntar entraron por la puerta otros 4 chicos, los dos vampiros y otros que no había visto jamás.
-Eh, no, sois demasiados, tenéis que iros todos o quedaros dentro sólo uno o dos.
-Que se quede Cris, es su hermana.-Añadió Niall.
-Me temo que la señorita tiene que hacerse unas pruebas por el esternón.
La verdad ya ni me acordaba que se lo había contado al doctor y tomé una decisión rápida.
-Tú-dije señalando al chico moreno- quédate con ella y como le pongas un sólo dedo encima tienes riesgo de sufrir mucho.
No sé porqué lo elegí a él, pero recordé que los vampiros son muertos revividos, y casi todos son pálidos y la piel de este chico no era precisamente clara, además, me transmitía mucha más confianza que los otros chicos de la sala.
-Bueno, pues vamos a mirarte esa posible rotura de fibras.- dijo el doctor, que nos acompañó a todos hasta fuera, dejando solos a mi hermana con él, ni siquiera sabía su nombre y le dejaba a cargo de Nat con un agujero en la cabeza, pero ya era tarde para arreglarlo, me encontraba en la consulta del médico y los otros cuatro chicos se quedaron en la sala de espera.
Me hicieron muchas pruebas para luego confirmarme que no tenía nada.
-¿Y por qué me cuesta respirar?
-El disgusto.
Puse los ojos en blanco porque yo sabía perfectamente que algo me pasaba ahí, al verlo el Dr. Dree (o eso ponía en su placa) me puso una inyección de improvisto para que el músculo y las células se reunieran, yo, que aunque no me enteraba de demasiado en biología le dije que eso no funcionaba así, me recordó que él era el licenciado y que me quedara 20 minutos en la sala de espera por si me daba alguna reacción.
-¡Eh!¿Algo roto?
-No, Niall, gracias por el empujón.
-¡De nada, muj...!Oh.
Nos quedamos esperando hablando de todo y nada a la vez, por mucho que fuesen vampiros estos chicos eran muy majos y ojalá no me quisiesen devorar.
-Por cierto, mi nombre es Louis, que creo que ya sabes el nombre de estos tres-
-Oh, encantada, sí, tú eres Niall, tú Harry y tú Liam ¿no es así?- dije señalando uno a uno mientras lo decía.
-¡Muy bien!¿Una eme de mayor?
-¡No! Yo prefiero un pin-sajo.
Se miraron entre ellos, se veía a kilómetros que no sabían de la existencia de "The hunger games" pobre almas en pena...
-Y el tupé con patas con el que he dejado a mi hermana ¿Cómo se llama?
-Él es Zayn.
-¿Por qué os llamáis todos tan raro?¿Sois una secta?
-No, vampiros.
-¡No me metáis en el mismo saco!
-Oh, Louis, ¿tú no eres del gremio sangriento?
-No, yo no, ni quiero.
Desde este momento no me separaría de Louis, si el no era vampiro no tenía porqué hacerme daño de esa forma y siempre lo podía utilizar de escudo, con lo pequeñita que soy a poco que me ponga detrás de el ya estoy completamente defendida.


[POV Nat]
Me desperté y no sabía dónde estaba pero estaba tan cansada que no me apetecía averiguarlo, me di media vuelta y al entreabrir los ojos vi algo muy cerca, los abrí del todo y:
-¡¿Pero tú quién eres?!
Pegue un brinco en la cama y me quedé sentada como por arte de magia.
-Zayn, encantado.
-Oh vaya, todo claro entonces.
Entonces recordé todo lo que había pasado y le miré de arriba abajo con desconfianza.
-Soy...amigo de Niall, Liam y Harry.
¿Y quién ese tal Harry? me pregunté a mí misma, pero uniendo clavos pensé que sería el de los rizos.
-Tú...no serás como ellos ¿verdad?
-¿Retrasado mental?Oh no, tranquila.
Eso me hizo reír, pero estaba tan débil que sólo salió una pequeña sonrisa
-Quiero decir, vampiros.
-Ni siquiera les puedes llamar a ellos vampiro, son neófitos.
-Sí, lo he notado por diferentes fallos, pero tú...
-No, yo no, ni yo ni Louis.
Demasiada gente nueva y noticias impactantes, mi cabeza corría peligro de explotar de un momento a otro.
-Louis es...
-Ah, claro, perdona, lo conocerás ahora, se ha ido con los chicos y tu hermana.
Entonces me acabé de acordar de todo ¡Cris! y su cara de susto y su todo.
-¿Qué le pasa a mi hermana?
Antes de que respondiese me levanté de la cama, fijándome si tenía mi ropa o uno de esos horrendos batines de hospital, seguía teniendo el vestido del funeral del abuelo, intentaba salir de esa habitación pero me flojearon las piernas y caí al suelo, en ese momento entraron todos.
-¡Nat!- dijo Cris cogiendome.
Le conté como había acabado en el suelo y se tranquilizó.
Entró el Dr. Dree y nos dió el alta a ambas.
-Eh, para disculparnos por las molestias os invitamos a comer.
-No, vosotros no podéis comer otra cosa que sangre y no queremos ser la comida.
-Es lo más triste de ser esto-Añadió Niall con nostalgia.
-Pero aún quedamos dos con un hambre atroz. ¿Verdad, Zayn?
-¡Sí, venga, venid!
-Oh, está bien.
-No, nuestros padres se preocuparán.
-Para algo se inventaron los móviles.
Así que tras unos minutos de que me convecieran ya estabamos en un gran restaurante de comida rápida, Niall babeaba, Harry mostraba indiferencia, Zayn se miraba a los espejos que encontraba, Liam iba leyendonos a todos qué podíamos comer, Louis le daba una clase magistral a Cris de tubérculos y yo pensaba en todo esto que nos estaba pasando.
-Yo me quiero sentar al lado de una ventana.
-Es un día soleado.
-Lo quiero y lo quiero ahora.
Tan sólo quería devertirme un poco, sabía que en esa mesa sólo saba la luz en un sitio y que por la hora y la situación la luz iba a decrecer por segundos, no corrían peligro, me gustaba las caras que ponían.
-Pero el sol...
-¿Os hace pupa?
-¡Exacto!
-Oh, que pena, venga, sentáos.
Tenían una cara de muertos de miedo y de ira hacia mí que me hacía reír, algo de venganza no viene mal y el abuelo ya les habría fulminado así que, dentro de lo que cabe deberían estar agradecidos ¿O tendríamos que estar agradecidas nosotras porque ahora nuestra vida estaría llena de aventuras?
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¡Aquí está el capítulo dos! Espero que os guste y siento la tardanza pero no he podido escribir antes por motivos que no vienen a cuento, haha.
Por favor, comentad tanto aquí, como en el tablón de Cris como en el mío (Cris Vila Jb, Natalia Tomi Poynter) o en Twitter (@Cris_JBieber y @ThisisAtkinston) 
Un beso.
Fdo: Natalia Tomi Poynter.

sábado, 10 de marzo de 2012

Capítulo 1 Recuerdos


No podía creérmelo. No, no podía.
No podía creer que el abuelo se hubiera muerto.
Pero así era.
-¿Un accidente de coche?-pregunté, mientras  me enfundaba en mí vestido negro-Pero si él ya no conducía.
-Lo sé, Cris.-dijo mi hermana Nat, mientras se acercaba a ayudarme con la cremallera.
-No murió en un accidente de coche, por mucho que digan papá y mamá que así fue. ¿Dónde está el coche destrozado? No me trago que, al llegar ellos, ya se lo habían llevado al taller o a dónde sea que fuera donde se lo llevaran.
-No le des más vueltas, Cris.
-No puedo evitarlo, Nat. El abuelo era…
Me fue imposible acabar la frase y ella me abrazó. Nadie comprendía, como ella, lo que el abuelo era.
-¿Estáis ya?-preguntó Drew, irrumpiendo en mi cuarto.
Por una vez, había abandonado sus camisetas de grupos tales como Nirvana y esos pantalones que ahora se llevaban los cuales ibas enseñando el culo que cuando los llevaba me daba vergüenza ajena y se había puesto un traje negro.
-Sí-dije, separándome de mi hermana y secándome una lágrima que me asomaba por el ojo.-Déjame ponerme los tacones.
-No sé para qué, si con ellos tampoco lograrás ser más alta que nosotros, ¿verdad, Nat?
-Drew, sabes que no lo hago por eso.
-Ya, claro… Venga, no perdamos tiempo.-dijo, desapareciendo tras la puerta.
Suspiré, mientras me calzaba los zapatos y cogía de encima de la silla mi chaqueta negra.
Nat y yo nos cogimos del brazo y bajamos juntas las escaleras. Debajo de estas nos esperaba Alice, nuestra madre. Iba vestida con otro vestido negro, muy similar al mío y al de Nat y nos miraba con cara apremiante.
Sin decir nada, las tres nos dirigimos hacia el coche donde Drew, nuestro hermano y Peeta, nuestro padre, nos esperaban.
Aún en silencio, nos subimos al coche. Nat y yo nos tiramos en los asientos de atrás y mamá y Drew tuvieron una breve discusión sobre quién iba adelante, pero al final se acabó sentando ella, dado que mi padre necesitaba, en aquellos momentos, todo el apoyo posible. Después de todo, se había muerto su padre, al que estaba muy unido.
-Maldita sea…Será…-Drew iba refunfuñando por lo bajo cuando se sentó atrás.
-Drew, compórtate.
-Tú no eres mi madre.
-No, pero soy tu hermana mayor y puedo pegarte una ostia.
-¡Qué miedo!
No me pareció el momento propicio para iniciar una discusión que podía acabar en tragedia, así que lo dejé pasar y comencé a mirar por la ventana, queriendo creer que Drew se comportaba así debido a su edad. Catorce años. Plena edad del pavo. Aunque yo, con esa edad, tenía una percepción distinta de la vida.
Le agarré la mano a mi hermana, que iba mirando al frente, seria.
Ella tenía dieciséis años, yo uno más. Nunca sospecharías que yo fuera la mayor, dado que ella es bastante más alta y yo… bueno, yo era algo, que ya era decir.
Me dejé llevar por los recuerdos y así, sin darme cuenta, llegamos al cementerio.
Bajamos del coche y nos encontramos con familiares y amigos, que se ponían en fila para darnos, de nuevo, el pésame.
En ningún momento me solté del brazo de Nat y así nos quedamos, ella y yo, de pie, viendo como una sucesión de caras conocidas pasaba ante nosotras, nos decía cuánto sentía nuestra pérdida y se marchaba. Nos mentían. Nadie podría sentir esa pérdida más que nosotras.
Levanté la cabeza y miré al cielo. Estaba completamente nublado y olía a lluvia. Esperaba que no lloviese. Al abuelo no le gustaba la lluvia, solía decir que el sol daba la vida y a veces la quitaba. Pasó tiempo hasta que logré averiguar por qué decía esto último.
Entonces, me cayó una gota en la mejilla. ¿Casualidades de la vida? No lo creo. El abuelo me había enseñado en no creer en ellas.
-Es la hora.-dijo un cura que apareció de la nada. ¿Sería un cura o un ninja? Me reproché a mí misma por bromear en estos momentos. Estaba mal.
Todos asentimos y le seguimos a través de una interminable sucesión de lápidas. La grava crujía bajo nuestros pies con un ritmo monótono y, cuando salimos del camino para internarnos a través del césped, este crujió, húmedo.
Nos detuvimos ante un agujero recién cavado en la tierra, en el cual, al lado, se encontraba el ataúd del abuelo. El corazón se me encogió al verlo y me abracé a mi hermana.
La gente hizo un corro alrededor de la tumba y el cura se puso a los pies de esta. Tomó aire y comenzó con su sermón.
-Hermanos y hermanas, nos hemos reunido hoy para dar el último adiós a…
A mi abuelo. Habíamos venido todos a despedirnos de mi abuelo.
Eché la vista atrás y recordé en especial cuando Nat y yo ,de niñas, nos sentábamos en el suelo, frente al fuego, esperando las historias del abuelo, sentando en su sillón de cuero negro desgastado que siempre emitía un fuerte olor que nos desagradaba a ambas, pero nos hacía sentir en casa.
-¡Abuelo, abuelo! ¿Qué historia nos vas a contar hoy?-siempre repetíamos las dos.
-¿Qué tal la de los leprechauns?
-¡Abuelo!-protestábamos-¡Esa ya nos la has contando mil veces!
-¡Mil veces no!-decía yo-¡Mil billones de muchas veces!-decía, presumiendo de lo avanzado en matemáticas que íbamos en el cole.
Nat, como siempre, se me quedaba mirando, impresionada y decía que de mayor, quería saber tantos números como yo.
-¿Y qué tal si os cuento la de la bashee?
Al abuelo siempre le gustaba picarnos, ofreciéndonos historias que ya nos había contado.
Recordé, entonces, una tarde, una tarde en la que nos contó una historia que verdaderamente nos gustó, más que ninguna otra y que, cuando la repetía, no nos quejábamos.
Nat y yo, con siete y ocho años respectivamente, nos sentamos aquella tarde frente al fuego, después de habernos comido unas galletas caseras de chocolate y nos preparamos para una sesión de historias del abuelo.
-¡Abuelo, abuelo! ¿Qué historia nos vas a contar hoy?
-¿Qué tal la de los unicornios?
-¡Cornios, cornios!-repitió Drew, que por aquel entonces era un criajo de unos tres años.
El abuelo sonrió.
-Veo que Drew quiere saber cosas sobre unicornios.
Nosotras protestamos.
-¡Abuelo, no le hagas caso!
-¡No sabe lo que dice!
-¡Ya nos has contado esa historia! ¡No queremos volver a escucharla!
-¡Eso! ¡No por su culpa!
-Vale, vale-dijo el abuelo, intentando calmarnos a las dos-Creo que tengo una que os puede gustar.
-Desenfunda, vaquero.-dije yo, que por aquel entonces me había dado por ver Toy Story.
-Hoy por a contaros la historia más terrible de todas cuanto os he contado.
-¡No será para tanto!-reímos, pero al ver que el abuelo se mantenía serio, nos serenamos nosotras también.
-¿Vosotras sabéis lo que es un vampiro?
En ese tiempo, nuestros padres no nos habían dejado ver ninguna película de terror y, por lo tanto, desconocíamos la existencia de estos seres.
-No.
-¡Y tampoco es necesario que lo sepan!-interrumpió entonces mi madre-¡Son demasiado pequeñas!
Nosotras, picadas por la curiosidad, le pedimos al abuelo con insistencia que nos contara la historia de los vampiros, ya que veíamos venir que, si era por mamá, no nos la contaría.
-Vamos mamá, es solo un cuento.
-Un cuento como tantos que nos ha contando.
-¿Ves, Alice?-dijo el abuelo, intentando que mi madre entrara en razón- No se creen nada de lo que les dice un viejo chalado como yo. Les contaré la historia porque ya es hora de que la sepan. No pienso reclutarlas ahora para la causa, si es lo que temes.
Finalmente, mi madre accedió a que nos contara la historia.
-Bueno, está bien, pero como tengan miedo y lloren por la noche, vas a ir tú por la noche con ellas.-le dijo.
-Tranquila mamá, si viene el vampiro, nosotras le damos a Drew y que se le coma a él, ¿verdad, Nat?
-¡Sí!
Sin embargo, aunque la broma tenía gracia, solo nos reímos nosotras dos.
-Que graciosa.-dijo, y se fue.
Nosotras la ignoramos, lo olvidamos y le pedimos al abuelo que contara la historia. Y así fue como nos enteramos de la historia del vampiro, o nosferatu, que se alimentaba de la sangre de otros seres vivos, poseía una fuerza descomunal al igual que unos sentidos muy desarrollados entre otras características, pero que era vulnerable a la luz del sol y tenía pánico por las cosas relacionadas con el cristianismo.
Nos gustó especialmente la historia de los vampiros y desde esa tarde, le pedíamos casi todos los días que íbamos a visitarle que nos la repitiera. Llegamos a sabérnosla mejor que él, así que hubo veces que la contábamos nosotras. Nos interesó tanto ese tema que, podría decirse, nos hicimos unas expertas, pero hay poca información sobre el tema y, de lo poco que hay, no puedes saber qué hay de cierto y qué hay de falso en ello.
Recordé entonces el día que le preguntamos al abuelo si había visto algún vampiro.
-Oh, no, claro que no. Es solo una historia.
-Pero, entonces, abuelo… ¿por qué tienes ajo en las puertas y ventanas?
Nos dijo que era para que se secaran y poder cocinarlos, pero no nos lo creímos. Nunca supimos qué pensar sobre ello.
Cuando crecimos, entrando en la adolescencia, solíamos ir a su casa y charlar con él sobre la información de vampiros que teníamos y él nos decía si era correcta o falsa. Siempre nos dejaba impresionadas con lo que sabía.
-Dinos el libro-le preguntó Nat hace poco tiempo.
Diría que fue la última vez que fuimos a visitarle las dos.
-¿Qué libro?-preguntó él, completamente confundido.
-El libro de donde sacas la información sobre los vampiros-le dije yo.
-¡Oh! No lo saco de ningún libro.
-¿Entonces, cómo puedes saber tanto de ellos?
El abuelo sonrió, se fue a la cocina y volvió con una bandeja de humeantes galletas de chocolate.
-¿Galletas?-dijo, ofreciéndonos, con una sonrisa.
A nosotras se nos olvidó que nos debía una respuesta y, como era de esperar, no respondió. Y ya no podría hacerlo.
Salí de mis dolorosos recuerdos y volví a la realidad, al presente.
El abuelo era ya cosa del pasado.
La gente se acercaba al ataúd y depositaba sobre él una rosa blanca.
Miré a Nat. Era ella quién llevaba las flores.
Me pasó una rosa y juntas, avanzamos hacia el abuelo. No podía referirme a él como ataúd. Dentro de él estaba mi abuelo, por lo tanto, era el abuelo.
Nos detuvimos frente al féretro y vi mi reflejo en la clara madera.
Algo me corría por las mejillas.
Estaba llorando.
Al depositar la rosa sobre el ataúd, me vino a la mente un recuerdo, fugaz, de una pregunta que le hicimos una vez.
-Abuelo… los vampiros son inmortales, ¿correcto?
-Correcto, a no ser que les de la luz del sol y otras tantas cosas como ya bien sabéis.
-Sí, pero quitando eso… viven para siempre, ¿no?
-Sí, así es.
-¿No te gustaría vivir para siempre, abuelo?
Él, que hasta ese momento había estado de espaldas a nosotras y sonriendo, se volvió. La expresión de su rostro nos intimidó. No había nada de nuestro abuelo en ese rostro.
-No de esa manera. Es una existencia maldita. Nadie querría vivir así.
-Pero, abuelo…
-Si se diera el caso de que te convirtieras… ¿no te gustaría?
-Para vivir así, preferiría morir.
“Ahora estás muerto, abuelo”, pensé con tristeza. “Ya no hace falta que debatas sobre vivir eternamente o no”.
-Pero abuelo…
-Ninguna de esas cosas merece existir, ¿entendéis? Se mantienen en este mundo arrebatándoles la vida a otras personas. Merecen morir. Todos, sin excepción.
-Sí, pero abuelo… ¿no eran solo un cuento?
Entonces, él sonrió.
-Y lo son, queridas. Y lo son.
Nat y yo nos apartamos del ataúd y nos colocamos en el mismo lugar donde habíamos estado antes.
Nuestra familia, amigos e incluso Drew depositaron flores sobre el abuelo. Los últimos fueron nuestros padres.
Mi padre se pasó largo rato con la mano sobre al ataúd. Intenté interpretar su mirada, pero desde mi posición era difícil.
Era tristeza lo que sus ojos expresaban, pero había algo más. Me atrevería a aventurar que lo que sus ojos decían era venganza. Pero… ¿contra quién?
Se apartaron del ataúd y el cura pronunció las últimas palabras.
-Que el señor esté con vosotros y con vuestro espíritu. Descansa en paz, viejo amigo. Amén.
Recordé entonces que ya conocía al cura de antes. Había estado en casa del abuelo muchas veces durante nuestra infancia, pero nunca había hablado directamente con él.
Los enterradores procedieron a meter a mi abuelo en la tumba y a echar la tierra por encima, para taparlo.
La gente comenzó a irse. No querían ver eso.
Drew nos pasó a las dos los brazos por los hombros y allí nos quedamos los tres, de pie. No abandonaríamos al abuelo. Nos quedaríamos hasta el final.
Nuestros padres se acercaron.
-Nosotros nos vamos.
-Nosotras nos quedamos-dijimos Nat y yo.
-Drew, si quieres, puedes irte-le dijo Nat.
Él asintió.
Comprendía que nosotras queríamos este momento para nosotras. Podríamos sentir al abuelo una última vez.
-Iremos primero a casa del abuelo antes de volver a casa-les dije a nuestros padres.
-Está bien. Nos veremos allí.
Y los tres marcharon.
Nat y yo nos quedamos allí, de pie, viendo como los hombres echaban tierra sobre nuestro abuelo, el contador de historias que nunca nos volvería a contar ninguna, lástima de no haberlas grabado.
Los hombres terminaron de hacer su trabajo, nos presentaron sus respetos y se fueron.
Nos quedamos las dos solas.
-¿Nos vamos?-me preguntó mi hermana.
Asentí.
-Nada hacemos aquí ya.
Salimos del cementerio y echamos la vista atrás. El abuelo se quedaba allí.
Echamos a andar entre el bosque que separaba el cementerio de la civilización.
-Sigo pensando que lo del abuelo no fue un accidente.-dije, de repente.
-Yo tampoco, pero… ¿qué otra cosa si no?
-¿Te fijaste en papá cuando dejó las flores en el féretro? Había algo en su mirada… Yo diría que pedía venganza.
-¿Venganza? ¿Contra quién?
-Y yo que sé. Pero creo que hay demasiadas cosas que huelen mal aquí. ¿Qué hacen papá y mamá en todas esas salidas nocturnas que hacen? No te creerás eso de que van de conferencia, ¿verdad?
-La verdad, no, pero… ¿qué otra cosa harían sino?
-No lo sé. Por eso quiero ir a casa del abuelo. Creo que allí encontraremos las respuestas.
-¿Cómo las vamos a encontrar? ¿Habrá un libro que ponga “Las respuestas a las preguntas de Cris y Nat”?
-Hum… ¡puede!
Entonces, comenzó a llover.
-¡Corre, vamos!
Corriendo, conseguimos llegar a casa del abuelo. Estaba nada más empezar el bosque, apartada de la mano de Dios. Decía que a él le gustaba vivir apartado de la sociedad.
Estaba tan contenta por volver a esa casa que no reparé que algo fallaba.
-¡Corre, Nat, que nos mojamos!
Ella sacó la llave, que siempre llevaba junto a las suyas y entramos en la casa.
Nada más entrar y sacudirnos cuales perros el agua de la lluvia, nos dimos cuenta de que algo iba mal.
-Nat, aquí pasa algo pero no sé el qué.
-Lo mismo digo.
Avanzamos y entramos en el salón.
Me abracé a mi hermana y grité al ver a tres personas cogiendo cosas del abuelo. Tres personas que, al oír mi grito, dejaron caer lo que tenían en las manos y se lanzaron sobre nosotras.